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lunes, 23 de noviembre de 2015

EL POETA RECUERDA UN VIEJO AMOR
AL TERMINAR EL AÑO

es costumbre al terminar el año
volverse
mirar a los costados
(en otro tiempo
en la casa habitaban tantas gentes
sombras
una aventura de amor fracasada)
otros encuentran que es necesario aclarar estos brindis
   del año nuevo porque hay esperanzas que enunciar
mirarse brindar
por la libertad y las pequeñas gotas de lluvia
y el amor (tus ojos) y el amor (todos pero
   principalmente tú)
hemos viajado diciendo esperando en las cavidades del
   mediodía un nuevo cántico para todos y además en
   forma ligeramente diferente nos hemos dicho cuando
   éramos amantes las mismas cosas que se dicen los
   otros

pero ahora se trata de un brindis
y no brindaremos por los recuerdos sino por los árboles
   del porvenir
por los nombres del porvenir
para que el corazón y la estrella concurran al esfuerzo
para que la voluntad sin demasiada violencia
como cosa ínfima
se extienda y apruebe las cosas de este mundo
para que yo (de regreso) después de haber hablado mucho
   (una noche cualquiera) compruebe la fatalidad de la
   distancia
pero levanta de cualquier manera tu copa porque siempre
   hay una palabra que todos pueden pronunciar y el río
   sigue moviendo su miedo su tarde y el puñado de tersos
   inviolables pájaros
este año y todos los años has amontonado errores sobre tu
   cabeza
y pensando crear tu vida sólo la has repetido
(en otro tiempo
abríamos la puerta de mañana
y entraban el sol los sombreros arrojados al viento por los
   trasnochadores de la víspera
los ecos de sus conversaciones
y tu risa
aunque hacía tanto que ya no te veíamos)
como en otro tiempo
sin cuadrantes ni altuna he llegado muchas noches este año

ahora yo puedo recordarla suelto
como una fragilidad silenciosa
en este día en esta hora
a otras tierras entregará sus manos
sus ojos han conocido otros combates más cerca de la piedad
   o del odio
pero ahora se trata de un brindis
del año que comienza indiferente a su memoria o tus deseos
EDGAR BAYLEY
Argentina-1919
De “Ni razón ni palabra