IMPERTINENCIA SORDA
A estas
horas, nublada el alma de mi lucidez, salgo a cubierta y el frío
de la noche
en mi rostro, busca en la distancia la presa marítima.
Grito muy
fuerte como para que Dios me escuche, insensible, sin
ninguna
alteración a bordo más que yo misma y pienso zarpar de
amarras.
Una
impertinencia sorda para que escuche mi corazón los vendavales
salvajes que
corren por la sangre, cuando imagino noches encantadas
a tu lado.
Piedra
preciosa que me recuerda como flotan en el aire los espíritus
marinos.
Antes de levantar el mástil, el espíritu que
me asiste, caliente de re-
cuerdos,
llama alborotado a mi cuerpo en otro cuerpo igual.
¡Serpiente
de mar femenina ven!
Antes que vos
y yo nos miremos a los ojos, prefiero que miremos en la
misma
dirección!
Diosa marina
que encantas cualquier distancia entre las aguas, no me
abandones
esta, quédate a mi lado, iniciemos las negociaciones acuáticas,
para que
naveguen entre los ríos nuestras ansias.