Querido:
Tú eres un hombre que no
necesita nada. Yo una mujer
que le han dado todo. Sin ninguna
sed, el encuentro será imposible.
Tú y yo, fuimos acordes
radiantes entre las luces infinitas
de otros cielos, único amor oculto en
el jardín de los dioses.
Cuando te marchaste me perdí en el
bosque, y el cuerpo prolongó el
encuentro con el pájaro de oro.
Verdes llanuras y cielos rojos,
permanecieron intactos en
mi mirada. Punto fijo, que no soportó
el desvío, insistente diferen-
cia, de un desconocido familiar.
No estaba sola, vivía entre mis
horas, el silencio conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario