.

.

jueves, 3 de marzo de 2016

Querido:
               Tú eres un hombre que no necesita nada. Yo una mujer
que le han dado todo. Sin ninguna sed, el encuentro será imposible.
               Tú y yo, fuimos acordes radiantes entre las luces infinitas
de otros cielos, único amor oculto en el jardín de los dioses.
Cuando te marchaste me perdí en el bosque, y el cuerpo prolongó el
encuentro con el pájaro de oro.
               Verdes llanuras y cielos rojos, permanecieron intactos en
mi mirada. Punto fijo, que no soportó el desvío, insistente diferen-
cia, de un desconocido familiar.
                 No estaba sola, vivía entre mis horas, el silencio conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario