Querido:
Una nadidad que roza el alma,
instala furias en mi
cabeza. Imposible coordinar el
pensamiento, manantial que
brota en su insistencia y hace del
saber un eco.
En vano explicaré lo que he
oído, me cerrarán las
puertas, dispararán sus misiles. Yo
mostraré un profundo de-
sinterés, me abstendré de explicar.
Algún amigo cerca, com-
prenderá hacia dónde iba en el
camino.
Frente a tanta maestría, unido
el gesto a la palabra,
ningún reproche tocará lo invisible.
Para ti amor mío, guardo una
mariposa blanca caí-
da frente al lirio.
Alcancemos nuestros caballos y
lleguemos al valle,
en el follaje no hay peligros.
Entonces nosotros dos, fuertes las
riendas y sobre
las ancas de un alazán alado,
tomaremos el camino del río,
hasta desaparecer. L.S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario