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lunes, 10 de agosto de 2015

Querido:
               Una nadidad que roza el alma, instala furias en mi
cabeza. Imposible coordinar el pensamiento, manantial que
brota en su insistencia y hace del saber un eco.
               En vano explicaré lo que he oído, me cerrarán las
puertas, dispararán sus misiles. Yo mostraré un profundo de-
sinterés, me abstendré de explicar. Algún amigo cerca, com-
prenderá hacia dónde iba en el camino.
               Frente a tanta maestría, unido el gesto a la palabra,
ningún reproche tocará lo invisible.
              Para ti amor mío, guardo una mariposa blanca caí-
da frente al lirio.
              Alcancemos nuestros caballos y lleguemos al valle,
en el follaje no hay peligros.
             Entonces nosotros dos, fuertes las riendas y sobre
las ancas de un alazán alado, tomaremos el camino del río,

hasta desaparecer. L.S.

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