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domingo, 2 de agosto de 2015


Queridos:
               Difundo antiguas leyendas y las conversaciones todas acuden a sus modelos.
               Fui el comandante de toda la navegación y en el intento de verlos gozar acompañándome en la travesía que yo tenía perfectamente diseñada, olvidé que hay cadáveres vivos.
               Fue así como deseé desesperadamente el naufragio. Yo me salvaía, conocía el mar, los canales, los arrecifes y el instrumental de mi barco. Con tal de no zarpar definitivamente, eran capaces de olvidar, hasta el pasaporte.
               Mil veces detuvieron mi nave, insensibles y pegajosos por cualquier temor inapropiado para los navegantes.
               Al final, tuve que desistir, ellos no deseaban el mar,sólo quisieron tierra firme, los olvidé. L.S.

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